'La Ternura', de Alfredo Sanzol

¿Pueden las princesas y los leñadores huir de las historias de amor?

En clave de comedia shakespeariana, Alfredo Sanzol trata a través de 'La Ternura' una historia entre princesas y leñadores que quieren huir del amor y de las relaciones entre personas de su distinto sexo. Un propósito que parece "irremediable" si van a vivir en la misma isla desierta

8/02/2018 - 

VALÈNCIA. No es casualidad-o eso dijo el director adjunto de Artes Escénicas, Roberto García- pero mientras el dramaturgo valenciano Chema Cardeña está haciendo suyo el Teatro Rialto con La estancia, una obra que versa sobre la misteriosa relación que hubo entre Shakesperare y Marlow; ahora el Principal se tiñe de la comedia shakesperiana con una representación a cargo de Alfredo Sanzol, autor que justo este lunes ha sido galardonado como mejor director de escena en los premios de la Asociación de Directores de Escena, por La Ternura, la cual se exhibe en València hasta este domingo 11 de febrero.  

En ella su autor habla de leñadores y princesas, de amor y de ternura, a través de unos personajes que tienen nombre de colores: la Reina Esmeralda, las Princesas Rubí y Salmón y los leñadores Verdemar, Azulcielo y Marrón.  A palabras de sus intérpretes la obra se convertiría en una especie "de fábula de cuento", que resulta "fácil de entender" y que niños de más de 10 años pueden ir a ver. Sin embargo, lanza en ella mensajes reflexión acerca del amor y "de la dificultad que hay de huir de este", algo que parece ser "irremediable". 

Una reina, algo maga, y sus dos hijas princesas viajan en la Armada Invencible obligadas por Felipe II a casarse con nobles ingleses. Dicha reina odia a los hombres porque siempre han terminado condicionando su vida y arrebatandole la libertad. Es por ello que no quiere lo mismo para sus hijas y decide crear una tempestad que hunda el barco en el que viajan para quedarse a vivir en una isla que esta considera desierta. Su plan, no volver a ver un hombre en su vida. La realidad, termina eligiendo una isla en la que desde hace 20 años viven un leñador con sus dos hijos, que huyeron allí mismo para no ver a una mujer nunca. Tal será la sorpresa para la reina que se vestirá de hombre para protegerse. 

Estos propios juegos, engaños, cambios de identidad, de confusión entre las personalidades y de crear espacios mágicos, serían los principales guiños que Alfredo Sanzol hace de Shakesperare. De él dice haber tomado referencias de La tempestad, Noche de Reyes, Como gustíes o Mucho ruido y pocas nueces. Unos guiños que se trasladan también a la escenografía donde crea tormentas, naufragios, volcanes o cuevas. "De pronto ha vuelto a recordar a la gente la magia del teatro" consideran desde el elenco. También para Roberto García, el texto supone "una propuesta universal, al haber creado un clásico contemporáneo".  

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