vals para hormigas / OPINIÓN

De qué lado estamos

24/01/2018 - 

Uno no tiene vicios pequeños, así que el pasado lunes decidí regalarme una obra maestra. Primero sorteé este clima con su algo de cataclismo que, en realidad, es como la bruja de Hansel y Gretel, ya que nos va alimentando antes de asarnos en un horno. Y después acudí a la Casa de Cultura de Sant Joan, donde el milagro de la Filmoteca que han liderado sucesivamente Javier Ballesteros y Toni Cristóbal cumple diez años. Enero, lunes, ocho de la noche. Y allí estábamos medio centenar de personas disfrutando de Freaks, la monumental película de Tod Browning. Del año 1932, sin estrellas y en riguroso blanco y negro. Para quien no la haya visto, se trata de una mirada a la diferencia a través de los monstruos del circo de principios del siglo pasado. Enanos, mujeres barbudas, hermanas siamesas, secundarios tartamudos, mutilados extremos, mentes infradesarrolladas y, lo peor, un forzudo y una trapecista que se creen superiores a los demás. Solo por el hecho de tener dos brazos y dos piernas. De medida estándar y proporciones griegas.

La comedia de costumbres con la que arranca la película, aderezada con un melodrama de teleserie, acaba por convertirse en un retrato terrorífico dela sociedad del siglo XXI. Que probablemente se rige por la misma tiranía de la mente humana que la de hace cuarenta siglos. De ahí la magnitud de la obra. Hay dos bandos claramente diferenciados, los que son como nosotros y los que no. La apariencia y el sentimiento. La codicia y la conciencia de clase. La inclusión y la xenofobia. La prepotencia y la venganza. Los elegidos por los dioses y los ensayos genéticos que se quedaron por el camino. Una normalidad y otra normalidad distinta que no hay que confundir con la primera. Y viceversa. Vamos, lo que al final ha derivado en las redes sociales, donde solo se puede estar conmigo o contra mí, tenga yo razón o no. Solo dos personajes escapan de esta clasificación, el payaso Phroso y la domadora de focas, Venus. Sin deformidades aparentes, neurotípicos y con la tierna ingenuidad de servir de puente entre dos mundos, de no excluir más que las barreras, de tender la mano a Frida, la enana caballista que comprende que no hay redención posible para los malditos pero que está dispuesta a aliarse con los del otro bando.

Freaks, titulada en España La parada de los monstruos, es tan dura que fracasó en su estreno, aunque luego se ha convertido en un referente cinéfilo de primera magnitud y de gran impacto en la sociedad en general. Como indicaba Toni Cristóbal en el vídeo introductorio del pase del lunes, la cinta de Browning ha influido en series como Los Simpson, películas como El lobo de Wall Street o grupos musicales como los Ramones. Y en el imaginario colectivo, en general. No es de extrañar, si se tiene en cuenta que no es más que un espejo de todas nuestras deformidades. De esas ciudadanías polarizadas al cincuenta por ciento, incapaces de escuchar y llegar a acuerdos. De esas territorialidades en las que si no eres de Lilliput, te conviertes automáticamente en Gulliver. De esos apegos de bandada de los que solo puedes salir testificando en contra durante un juicio. De ese irracional impulso en el que el principal instinto ya no es la supervivencia propia o la de la especie, sino el de adivinar de qué lado estamos en la discusión.

@Faroimpostor

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