el sur del sur / OPINIÓN

El día que el ordenador les sustituya

19/02/2017 - 

Comienza a surgir el debate de cobrar impuestos por la implantación de los robots en la industria. No sé si eso les preocupa a los políticos, pero hay instituciones en los que un ordenador podría sustituirles. ¿Son conscientes de ello? 

Posiblemente, la reflexión sea cruel, o no. Habrá quien ponga el grito en el cielo, pero a este paso, determinados políticos van a tener que aplicarse el cuento de todo profesional: dar valor añadido y equilibrio a sus decisiones políticas. De lo contrario, podrían ser sustituidos por un ordenador.

El caso más evidente, como me decía uno de los políticos esta semana, es el de las diputaciones: sus representantes no los eligen los ciudadanos -el sistema de elección es indirecto, se eligen a los concejales; éstos a los diputados en cada partido judicial y éstos, a su vez, al presidente de una diputación- y además, sólo deben redistribuir ayudas, algo que, según me apuntaba este político, puede hacer un ordenador.

Y todo esto viene a cuento por la cuestión, ya abordada en esta tribuna en más de una ocasión, del reparto de fondos de las instituciones provinciales. Ya saben, los partidos de izquierda y Ciudadanos son partidarios de la distribución por criterios objetivos; es decir, por población con una serie de elementos correctores, y el PP -aunque José Císcar también dijo en la entrevista a Alicante Plaza que estaba a favor de este sistema- ha demostrado, hasta la fecha, seguir criterios políticos. Habría que matizar que en el último plan de obras de la Diputación de Alicante, algo debe haber pasado porque el equipo de gobierno ha decidido priorizar en los municipios más pequeños y en aquellos que no había recibido subvención alguna en las últimas convocatorias. Algo bien habrán hecho cuando caso todos los partidos -PSPV, Compromís y Esquerra Unida- se plantean respaldar esa iniciativa.

Pues bueno, para aquellos que siguen pensando que las instituciones provinciales deben continuar y con qué función, deberían saber que sobre ellos pesa la misma amenaza que la del robot; es decir, si en Francia ya está planteando la imposición de una tasa o impuesto por la pérdida de puestos de trabajo que pueda generar, en España ese debate -político- ya gira sobre la instituciones provinciales, qué función tienen y si sus responsables políticos cumplen con ella. De lo contrario, debido a sus circunstancias -se financian con transferencias del Estado y su función distribuir ayudas e inversiones, sobre todo a los municipios más pequeños-, esos representantes indirectos que las gestionan deberían saber que pueden ser sustituidos por un ordenador. O más fácil, que sólo la estructura técnica podría cumplir esa función, independientemente de quien gobierna.

Como ya he dicho, la comparación puede que sea odiosa, pero el debate va a estar encima de la mesa: a las nuevas generaciones les pasa como con la Transición o el tema de la polémica lingüística, son realidades que no han conocido de primera mano y por tanto, no están en sus prioridades. Y por tanto, o las diputaciones cambian el chip y dejan de ser cortijos políticos o agencias de contratación de amiguetes, o llevan camino de que algún liberal o izquierdoso le dé por sustituirlas por un ordenador.

A lo mejor, la boutade podría ser mayor, y también se podría aplicar esa maquinita en algo tan sencillo como expedir licencias para veladores u otros menesteres que no requieren de grandes informes técnicos.

Bueno, simplezas a parte, la reflexión de la utilidad de los políticos y las instituciones va a estar ahí, una vez conocidas la sentencia condenatoria de la rama de Fitur del caso Gürtel. Los que robaron y se beneficiaron de ello dan estos días con sus huesos en la cárcel y los que lo facilitaron, intentan eludir el trullo como sea a la espera de la clemencia de las estancias judiciales superiores. Pero mientras, comparto la reflexión que hacía este viernes Antonio Franco en El Periódico de Catalunya. "Con todo, no se confíen. Es lícita una duda: no sabemos si estamos ante una nueva versión de El Gatopardo (que cambie algo para que no cambie nada) o empiezan realmente tiempos con justicia de verdad". Pues en el caso de determinadas instituciones, algo debería a empezar a cambiar ya para que no tengamos la tentación de tener que sustituirles por un ordenador, frío y calculador, que resolviera algunas adjudicaciones con un final mucho mejor que el de Gürtel. Ahí lo dejo.

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