El silencio me da buena espina

Foto: Pepe Olivares
2/06/2017 - 

ALICANTE. El silencio de Hacienda respecto al Hércules me da buena espina. Pero créanme que lo que voy a decir lo hago desde el más puro desconocimiento, sin ningún tipo de información y quizás con una pizca de optimismo poco fundamentada. Lo que me hace ser positivo es, precisamente, la falta de respuesta de la Agencia Tributaria a la última oferta de Juan Carlos Ramírez.

Si en anteriores ocasiones Hacienda se apresuró a dar una negativa a las propuestas surgidas desde el Rico Pérez, en esta oportunidad están pasando los días y, aunque la espera está resultando tensa, quiero pensar que las negociaciones van por buen camino.

Lo malo de este planteamiento que hago es que no tiene una base sólida, que está construido cual castillo de naipes… Hasta que la Agencia Tributaria no diga ‘esta boca es mía’, el miedo a una futura liquidación estará presente. Siempre se suele pensar que al final la cosa se solucionará, hasta que un día la cuerda se rompe…

Lo cierto es que la propuesta de Ramírez es lo suficientemente golosa para poner en un brete a los responsables de tomar la decisión. Pueden tener dos millones en mano y garantías de cobro del resto de la deuda o perderlo todo por apretar demasiado las tuercas. Por eso creo que Hacienda acabará aceptando.

No obstante, reconozco que no dejo de pensar en dónde está el truco del ofrecimiento de Ramírez y eso es lo que imagino que están buscando también en Hacienda. Al fin y al cabo, el mismo que podía haber estado pagando un millón al año para cumplir con el calendario de pagos aprobado ahora está dispuesto a poner dos de una tacada. La verdad es que lógico, lógico, no parece.

Pero, claro, también hay que pensar en que Ramírez le ha podido ver las orejas al lobo y ha preferido rascarse el bolsillo por adelantado para no convertirse en el presidente con el que desapareció el Hércules.

Créanme que soy optimista y estoy convencido de que en unos días en el Hércules por fin se podrá hablar de fútbol más que de dinero -al menos por un tiempo-. Pero, de momento, toca seguir mordiéndose las uñas.

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