ISABEL VILLANUEVA LLEGA AL PALAU ALTEA CON SU REIVINDICACIÓN DE LA VIOLA 

“Hay que superar el mito romántico de los intérpretes que desaparecen después de la obra”

11/11/2017 - 

ALTEA. La violista Isabel Villanueva (Pamplona, 1988), receptora en 2015 del Premio Ojo Crítico de la Música Clásica de RNE, primera violista extranjera que actuó como solista en Irán, actuará en el Palau Altea el domingo, 12 de noviembre, a las 19:00 horas, junto a su compañero musical habitual estos últimos años, el pianista francés François Dumont, con quien ha publicado este mismo 2017 una grabación bajo el título Bohèmes, con temas de Liszt, Granados, Hahn, Martinu, Enesco y Debussy. 

Además de una de las figuras emergentes de la interpretación clásica contemporánea, Villanueva es una decidida pedagoga de las virtudes de su instrumento, normalmente escondido en la segunda fila de las cuerdas en la disposición de las orquestas, injustamente olvidado su origen de mater familias de la gama de las cuerdas frotadas.

Su pasión pedagógica nos ha alcanzado de lleno…

- ¿Por qué la viola?

Por casualidad. Yo empecé en la música a los seis años, con la guitarra, que era el instrumento al que me quería dedicar desde pequeña, porque mi padre empezó a enseñarme, y se me daba bien, fui a algunos concursos, que también se dieron bien, y a los nueve años ya quise entrar en un conservatorio, en estudios oficiales, pero tras hacer la prueba, cuando llegó la hora de coger la plaza, nos dijeron que no había plazas disponibles de guitarra, por lo que me aconsejaron coger otro instrumento, durante un año, y luego pasarme a la guitarra. Hice una ronda, donde los profesores nos enseñaban los otros instrumentos disponibles, como eran, tocaban un poco para que identificáramos el sonido de cada uno, y cuando llegó el momento de la viola –yo pensé que era un violín pequeño-, el sonido que sacó, que además ser recreó en los graves, me impresionó tanto que llegué a casa, diciendo que tenía el instrumento decidido, la viola. Los esquemas se me habían descolocado, porque no relacionaba visualmente el instrumento con el sonido que salía de él, pensaba que sonaría como un violín, pero no, tenía una voz completamente distinta, tampoco se parecía al violoncello… fue un descubrimiento que dio inicio a esta historia mía con la viola.

- El tema del sonido de la viola es muy particular. Hace poco, en un concierto de la Michael Nyman Band, todo el mundo se quedó sorprendido de la presencia y la importancia de la viola de Catherine Musker en el sonido global del consort, de su tremenda vitalidad. ¿Se trata de un instrumento que sorprende siempre?

Claro, porque la viola tiene una voz mediadora entre todos los instrumentos de cuerda. Tiene el rango de los agudos, que brillan, tiene el rango de los graves, que rugen y que aportan profundidad, y luego tiene una paleta de colores amplísima que transmite unas cualidades que no tiene ningún otro instrumento, una voz única que no se puede comparar con ningún otro, y que solo cuando se va a escucharlo en directo se puede captar en su totalidad. Es un instrumento que merece estar presente en todas las programaciones y que la gente reconozca su sonido, para lo que tiene que ganar en visibilidad.

- El próximo domingo habrá una oportunidad de conocerlo, en el Palau Altea, junto a tu acompañante habitual al piano, François Dummont. ¿Con el eje del disco que habéis publicado juntos este mismo año, Bohèmes?

En realidad, el programa del concierto del domingo no está directamente relacionado con Bohèmes, aunque los asistentes sí pueden esperar unos cuantos guiños a esta grabación, fuera de programa, guardaremos la sorpresa de qué temas interpretaremos. El programa en sí constará de un amplio repertorio que servirá para mostrar justo lo que hemos comentado, la riqueza de estilos y capacidades técnicas y expresivas de la viola, desde el Renacimiento hasta el s. XX, pasando por el Romanticismo y el Impresionismo. Cuatro estilos representados, con cuatro obras de referencia, que comenzarán con el isabelino John Dowland, uno de los máximos representantes del Renacimiento inglés, seguido de las dos sonatas para viola de Johannes Brahms, la sonata para violín de César Franck, que también se interpreta en viola, obra fundamental del repertorio camerístico, y la pieza Lachrymae de Benjamin Britten, que está directamente vinculada con la de Dowland, cerrando el círculo desde la música antigua hasta la contemporánea. Es un programa con el que me siento muy a gusto, obras que ya hemos interpretado en otros auditorios con una respuesta magnífica del público.

- No es gratuito que empecéis en el Renacimiento, porque si hay un instrumento que sirve de puente entre la llamada Música Antigua y la Clásica moderna, es la viola, esa cuerda intermedia que enlaza la instrumentación antigua con la moderna.

Claro, la viola es el instrumento de cuerda frotada en el origen de esa familia. Antes de que existieran la denominación violín y la denominación cello, eran todo violas. En la época renacentista, la viola da gamba, la viola de lyra, la viola bastarda,  la viola d’amore, tenore… todo eran violas. Después se fue modificanco su “arquitectura”, la construcción del instrumento permitió la generación de diferentes formatos y denominaciones, el violín, el violoncello, pero sí es verdad que la viola es un poco la madre de todos ellos…

- De hecho, violín es el diminutivo de viola..

… sí, es una viola pequeña, al contrario de lo que todo el mundo dice, ¡que la viola es un violín grande!

- Tienes la sensación de la música clásica, especialmente los solistas, los músicos de cámara, están teniendo una presencia en el imaginario popular, junto a los músicos y los representantes de la música popular, como el pop, el rock… de que la gente ya no tiene prejuicios para declarse fan de La Buena Vida, o Los Planetas, y de Isabel Villanueva.

Totalmente, yo creo que la denominada música clásica debe estar integrada en la vida social y cultural de cualquier país. Se tienen que desmitificar todo tipo de clichés, de ataduras, de estigmas que se hayan vinculado a la música clásica, porque el objetivo principal de la música es transmitir emociones al público, hacer sentir bien, sentir emociones, recuerdos, ideas… que la música clásica esté integrada en la vida cultural de cualquier sociedad, me parece muy importante. Y también que los propios artistas estemos, de la forma más cercana y natural posible, en contacto con el público. Superar el mito romántico de los intérpretes que se suben a los escenarios, ofrecen su obra y después desaparecen, ya no los ves más. Ahora los músicos de clásica, al igual que los de otros géneros, como el pop o el rock, están en contacto directo con su público, con sus fans, con quien los escucha y los aprecia. Me parece que no puede ser de otra forma. A mí me gusta especialmente ese contacto, recibir esa retroalimentación del público, en forma de mensajes, del tú a tú, poder transmitirles valores musicales, y también como persona.

 

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