ciudadana / OPINIÓN

Protestas ciudadanas

18/03/2018 - 

El día 8 de marzo pasará a ser un día histórico en la reivindicación de la Mujer a favor de la Igualdad. Según los sindicatos más de cinco millones de mujeres trabajadoras siguieron los paros de dos horas por turno. Además muchas otras hicieron huelga de labores domésticas pero eso no se puede contabilizar. La marea feminista llenó las calles de toda España, y la prensa internacional reflejó la oleada de mujeres a favor de una mayor igualdad de oportunidades, a favor de igual salario para igual trabajo, a favor de medidas contra la violencia machista. Según el Observatorio del Consejo General del Poder Judicial el número de denuncias por violencia de género en 2017 fue 166.620, lo que supone un incremento de un 16,4 por ciento con respecto a 2016, cuando se contabilizaron 142.893 denuncias. Ha habido también un incremento de un 48,6% respecto del año pasado de los menores que son enjuiciados por delitos en el ámbito de la violencia contra la mujer. Por tanto hay que adoptar medidas para reforzar la educación en igualdad desde las primeras etapas educativas.

Yo no llevo rastas en la cabeza, no soy “perro-flauta” ni soy sospechosa de ser “antisistema” y yo también salí a la calle y lo haré cuantas veces sea necesario aunque no comparta al cien por cien los manifiestos que leyeron las organizadoras durante la jornada. No se trata de asumir un feminismo revanchista sino de reclamar un feminismo igualitario con las mismas oportunidades que los hombres. Lo de la incorporación de la mujer al mercado laboral ha resultado ser una gran estafa. Las mujeres y madres llevamos doble jornada laboral. Es la maternidad el principal escollo estructural que marca la brecha salarial. 

Además, también reduce la calidad de vida de la mujer, que a partir del momento que tiene hijos dedica menos tiempo a su ocio, a sus hobbies, con respecto a los hombres. Los padres no se han incorporado de igual modo al mundo doméstico, ni al de la crianza, ni al de los cuidados de los mayores. Se debe adoptar medidas de mayor conciliación porque nosotras biológicamente, somos insustituibles porque tenemos la competencia exclusiva de generar ciudadanos, porque creamos sociedad. Se debe poner en evidencia que las cosas se tiene que hacer mejor, que los problemas sociales deben estar en la agenda política y que los gobiernos tienen que gobernar a favor de la mayoría ciudadana y no de espaldas a sus representados.

Cuanto de harta tiene que estar la ciudadanía para que de la noche a la mañana despierten del letargo y se conviertan en “indignadas”. Cuando la ciudadanía se levanta y se moviliza hay que escucharla. Académicas, juezas, periodistas, estudiantes universitarias, colectivos de todo tipo se sumaron a la jornada del 8M. Según un estudio de SIGMA 2 para el Diario el Mundo, un 82% de los ciudadanos/as de todas las ideologías consideran que existe brecha salarial.

El 15M dio la vuelta al mundo. Visibilizó la protesta ciudadana ante la corrupción, la crisis económica, y la pasividad del bipartidismo.

Después, hemos visto como los jubilados han “rodeado” el Congreso. La subida de las pensiones no se ajusta a la subida del IPC y además están hartos de sostener a las familias, de hacerse cargo de los hijos, de los nietos, de ser el colchón de la crisis.

El 15 M le estalló al PSOE, el 8M al PP. El hastío de la ciudadanía no tiene en cuenta los colores sólo tiene en cuenta el fin de la paciencia. Ante el 8M se confundió el PP y se confundió Ciudadanos no sumándose a la reivindicación. Pero tampoco se crea Podemos que todas las asistentes a las movilizaciones eran votantes suyas, intentarán rentabilizar el movimiento pero no se engañen, no le saldrán las cuentas.

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