LORENZO SILVA EN LA FERIA DEL LIBRO DE ALICANTE, CON SU “RECORDARÁN TU NOMBRE”

Silva: "Cuando tienes un relato completo con testimonios y documentos reales, para qué fabular"

2/07/2017 - 

ALICANTE. El lunes del 19 de julio de de 1936, el general José Aranguren Roldán, máxima autoridad de la Guardia Civil en Cataluña, respondió a una llamada telefónica en su puesto de mando en la Conselleria de Gobernación de la Generalitat de Catalunya. Al aparato, un viejo compañero de armas de la guerra africana, por entonces el más prestigioso y encumbrado oficial del ejército español, el general Manuel Goded Llopis, que lo conminó a plegarse alalzamiento militar iniciado en la víspera y a acatar sus órdenes. Aranguren se negó, manteniendo su lealtad al gobierno legítimo, y esa negativa garantizaría la derrota, en primera instancia, de la sublevación militar en Barcelona. "Si mañana me fusilan, fusilarán a un general que ha hecho honor a su palabra y a sus juramentos militares. Pero si mañana le fusilan a usted, fusilarán a un general que ha faltado a su palabra y a su honor", le espetó Aranguren a Goded. En la ratificación de su sentencia de muerte, Francisco Franco, relacionado íntimamente con la familia de Aranguren, y con él mismo, fue inclemente: "A Aranguren, que lo fusilen aunque sea atado a la camilla".

Lorenzo Silva ha recuperado esta figura clave de la Guerra Civil y, en vez de fabularla, la ha convertido en un testimonio escrito de lealtad a un compromiso adquirido y a una visión de la realidad. El lunes 3 de julio estará en la Feria del Libro de Alicante, en doble sesión. Por la mañana, a las 12:00, en la Sede de la UA, impartirá una conferencia, y por la tarde, a las 18:00, una sesión de firmas en la Caseta Central de la Feria.

En una charla telefónica que ofrece multitud de hilos pendientes de tejer, hablamos sobre esta obra de consolidación de una trayectoria hasta ahora no exenta de éxito y coherencia.

-¿Este nuevo trabajo da una imagen algo diferente de ti de la que tenían la mayor parte de tus lectores?

-Yo ya he hecho algún libro que está en los mismos territorios que esta novela. Un par de novelas sobre la Guerra de Marruecos y sobre la relación de la Guerra de Marruecos con la Guerra Civil, El nombre de los nuestros y Carta blanca, un libro de viajes por Marruecos, Del Rif al Yebala, y hace poco que saqué una novela, Niños feroces, que creo que también está un poco en ese territorio. No es por lo que más se me conoce, pero no es un territorio inexplorado para mí. Lo que sí es novedoso es el discurso, el aliento narrativo que tiene este libro, que es una novela sin fabulación.

-¿Y transversal, porque dejas aparte el género negro, pero no la Guardia Civil?

-Bueno, no diría que la razón principal para la elección del personaje fuera su condición de Guardia Civil, francamente. La razón principal es que Aranguren es un personaje que me parece iluminador para contar ese período de la historia de España, porque tiene una peripecia muy peculiar, que tiene que ver algo con su condición de Guardia Civil, pero no es sólo eso. El hecho de que sea un hombre que nace en el siglo XIX, que vive la larga agonía de la Monarquía alfonsina, que está en la Guerra de Marruecos, destino que no era común para los guardias civiles, que luego está de Jefe Superior de Policía en Madrid el 14 de abril, cuando la proclamación de la República, y el papel histórico que juega durante la sublevación militar en Barcelona, cosa que tampoco forma, de entrada, parte de las labores normales de un Guardia Civil, para mí es lo que le da el valor histórico y como personaje. Coincide, aunque tal vez no sea tanta coincidencia, que es Guardia Civil, y que su sentido del honor, del deber, de estar obligado a permanecer a las órdenes del gobierno legítimo, tienen que ver con valores de los guardias civiles, desde 1844. Esta es la parte no casual de la historia, en la que sí hay una cierta transversalidad con el resto de mi trabajo, en particular de la novela negra y policíaca, a partir de las investigaciones de unos guardias civiles.

-Este encuentro con la figura de José Aranguren es, en cierto modo, eso que llaman Serendipia, ir por un camino de búsqueda y, de repente, casi por casualidad, encontrar el que será el camino correcto.

-De hecho, yo estaba haciendo un ensayo histórico, y para elaborarlo, estaba profundizando en determinados momentos históricos y biografías, buscando ejemplos para este estudio sobre la Guardia Civil, este sí dedicado por completo a su historia, y me encontré con él, vi que no solo era muy bueno para lo que estaba haciendo, sino que este hombre tenía una novela para él solo, por la envergadura y la carga simbólica de su historia.

-¿Una novela testimonio? ¿Es necesaria la narrativa testimonial de la Guerra Civil, porque todavía hay como una leyenda que sobrevuela, con algunos lugares comunes, pero en general un desconocimiento bastante generalizado?

-En principio, hablando de este caso concreto, en la historia de la Guerra Civil, dependiendo de quien la cuente, Aranguren no tiene un papel muy destacado. Yo llegué a él a través de publicaciones especializadas, sobre el papel de la Guardia Civil en la guerra, que ya es un territorio bastante más ignoto. Incluso gente que tiene conocimientos bastante generales sobre la Guerra Civil, tiene grandes equivocaciones en su percepción de su papel en estos hechos. El empeño de esta novela es restituir esa historia personal y lo que representa. Durante un tiempo me plantee la posibilidad de hacer una novela histórica al uso, utilizando alguno de los esqueletos que ya tenía diseñados, y rellenando los huecos con fabulación, pero a medida que profundicé en el estudio del personaje, el contacto con su familia, me di cuenta de que no me hacía falta fabular, ni utilizar material de relleno, que posiblemente eso devaluaría el relato que estaba haciendo. Cuando tú puedes hacer un relato completo a partir de testimonios, documentos y puntos de partida reales, para qué te vas a meter a fabular.

-Y esta línea qué te acerca y qué te separa de otros autores contemporáneos que han tratado el tema de la Guerra Civil, como Arturo Pérez Reverte o Javier Cercas.

-Yo la referencia que tengo, respecto de estos autores, son, en el caso de Cercas, Soldados de Salamina y El monarca de las sombras, y en el caso de Pérez Reverte, por Falcó y su libro de "ensayo divulgativo" sobre la Guerra Civil. Yo no estoy ninguno de esos territorios. Cercas hace una especie de autoficción, donde la fabulación tiene una gran intervención, donde incluso se fabula a sí mismo, y donde hay un elemento discursivo, casi ensayístico. Y en el caso de Pérez Reverte, su novela es una ficción total y lo otro es un ensayo que contiene una interpretación y un discurso personal y subjetivo sobre la Guerra Civil. Yo no hago nada de esto. En principio, no fabulo nada, todo lo que hago es recopilar hechos y ensamblarlos en un relato, prefiero que los hecho hablen por sí solos.

-Miguel Delibes (y aquí estoy citando de memoria) decía que su prosa debía mucho a la exactitud y la limpieza de la prosa de los manuales jurídicos. Tú, que también tienes esa formación, da la sensación de que tratas de escribir con esa misma "limpieza sintáctica".

-Sí, sí, eso también decía (yo también cito de memoria) Stendhal del Código Civil de Napoleón. Yo intento utilizar una prosa que sea lo más exacta que sea posible, soy un individuo armado y lastrado por toda su subjetividad, como cualquiera, y además hago el ejercicio de contarle al lector cuales son estos lastres, pero a partir de ahí, con este equipo que tengo que salir al bosque, intento, como decía Kafka, mantener la mirilla lo más limpia posible, esa mirilla por la que miramos la realidad, según el autor checo. Y contar con la mayor fidelidad lo que encuentro, me convenga o no, me ratifique o no, me complazca o no en mis puntos de partida. Y eso, claro, se ve reflejado en mi expresión formal, en mi elección lingüística, que intenta ser precisa y llamar a las cosas por su nombre.

-¿Este Recordarán tu nombre es tu Homenaje a Cataluña de Orwell?

-He vivido siete años en Cataluña, estoy casado con una catalana, tengo una hija catalana… he sentido desde siempre una gran inclinación hacia Cataluña y su cultura, allí se educó mi padre, aunque no fuera catalán, y siempre he sentido esa proximidad que me impide mirar con distancia lo que allí ocurre. Debo decir que muchas veces, en los últimos tiempos, las noticias que de allí me llegan me entristecen. Se entreveran demasiadas cosas que ni son legítimas, ni inocentes. Es probable que sí, que yo haya intentado contar la historia de un hombre que dio su vida por Cataluña, siendo gallego, y que esa jornada del 21 de julio se lo jugó todo, para cumplir con su deber que, entre otras cosas, era defender la Generalitat, a cuyas órdenes estaba y a cuyas órdenes se mantuvo. Es posible que haya algo de orwelliano en esta mirada mía de aquellos hechos y aquel momento histórico diferente en las relaciones de Cataluña con el resto de España… mira, por ejemplo, una cosa que celebro, y hay muchas decisiones del Parlament de Catalunya que deploro últimamente, es que hayan aprobado una ley, en cierto modo dejando en evidencia a las Cortes Españolas,  anulando todas las sentencias de los infames consejos de guerra, de esas farsas jurídicas por las que se condenó a muerte a miles de personas, incluido José Aranguren.

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