Soy un viejo

"Animar un evento con la camiseta del Valencia le ha costado a Pablo, 'speaker' del Hércules, el linchamiento social"

2/10/2018 - 

ALICANTE. En unos días cumpliré 27 años. Hay quién me pondría más edad (no le culpo), pero esto supone para mí un reto importante. Cuando de pequeño jugaba al PC Fútbol, la edad límite que me imponía para fichar jugadores era, precisamente, 26 años. Ahora, quitando el hecho de que jamás he sido capaz de darle dos veces seguidas al mismo balón con el pie, no me contrataría a mí mismo por una cuestión de edad.

No me escondo cuando digo, que a cada año que pasa, soy más "vinagre" para muchas cosas. Recuerden, aún no cumplo 30. Esta semana, tras otra victoria del Hércules, en este caso ante el Cornellà, cierto sector de la afición se empeñaba en crear problemas donde no los hay. El caso del 'speaker' me ha recordado aquello de la jaula de techo infinito y la libertad de expresión. Personalmente, y como trabajador de una televisión de carácter público como es Alacantí TV, corté de raíz las manifestaciones u opiniones sobre determinados temas en redes sociales. Hay responsabilidades que implican sacrificios, y mi forma de entender el que hasta hace unos meses era mi trabajo, pasaba por respetar que, ya que mi sueldo sale del bolsillo de todos los alicantinos, no tenía motivos para posicionarme en uno u otro sentido.

Una jornada de trabajo en València le ha costado a Pablo, 'speaker 'del Hércules, el linchamiento social por realizar una animación de un evento con la camiseta del club de esa ciudad. Es fácil criticar desde el sofá a una persona que hace cada semana cientos de kilómetros para ganarse el pan, mientras alabamos a jugadores que, probablemente, buscarán mejor acomodo a final de temporada. Ni héroes ni villanos, aquí todos intentamos buscarnos la vida de la mejor manera posible. Tampoco entenderé jamás el fanatismo en una rivalidad, que como poco, está en vía muerta. En los últimos 30 años, el Hércules se ha medido en partido oficial de Liga la friolera de 4 veces al conjunto che. Que me lo vendan como rivalidad territorial (y de eso podríamos hablar largo y tendido), pero en lo futbolístico, hace varias décadas que el Hércules no puede tratar de tú a tú al conjunto de la capital del Turia. A su filial sí. Triste, pero cierto.

Entre tuits cargados de malicia, comunicados lamentables, y demás comentarios propios de una horda hambrienta de vísceras, nos plantamos en la séptima jornada con el Hércules líder, y mirando desde su ventaja de 4 puntos al segundo, el Ontinyent. Curiosamente, este próximo fin de semana, el Rico Pérez recibirá al Atlético Levante de Luis García Tevenet, otrora entrenador blanquiazul. Cuántas veces fiché al sevillano en los simuladores futbolísticos, y cuan lejano se empeñó a ser en el trato humano diario durante su etapa en Alicante. Me gustan los entrenadores cercanos, que te preguntan cómo estás, que te cuentan el porqué de una u otra decisión, que son capaces de explicarte con una servilleta su idea de fútbol. El andaluz no fue de estos. No sé si fue el empedrado, el momento, o su carácter, pero en la terreta no se le veía especialmente feliz.

Por lo pronto, para el partido del domingo ante el filial granota, pondré un par de velas a la recuperación de Emaná. No interesa al equipo de Planagumà ver tan sólo durante más partidos a Carlos Martínez. El catalán es mucho mejor futbolista acompañado, y es capaz de aportar más al juego con otro delantero referencia. No sé si Juli o Chechu (ahora lesionado) cumplen con el perfil de acompañante, por esto espero que el camerunés vuelva cuanto antes. Que juegue Nani, y que lo demás siga igual. Eso sí, por lo que más quieran, no nos peguemos tiros en el pie. Y por cierto, si me ven por la calle con una camiseta del Castellón o del Compostela, les pediría que se abstuviesen de juzgarme. Tampoco lo hagan por la lengua que hablo, las zapatillas que calzo, o la barba que porto. No jueguen a la dictadura del fanatismo, relájense, y no le hagan el juego a los extremistas. A nuestros padres y abuelos les ha costado demasiado sufrimiento construir lo poco que tenemos, como para que ahora andemos haciendo el crío con los escudos y las banderas.

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