Tranquilidad

28/08/2018 - 

ALICANTE. Este lunes no había un herculano que no luciera una sonrisa de oreja a oreja.

El juego desplegado por su equipo y el resultado cosechado la tarde anterior ante el Ontinyent había subido a los aficionados blanquiazules a una nube de la que no tienen ninguna intención de bajarse. Hacen bien. Son ya unos cuantos años de penas y, si por una semana o dos más se prolonga el estado de felicidad que embarga a día de hoy al herculanismo, pues mejor que mejor.

En el club también andan contentos pero, cansados de ver irse a pique proyectos que pintaban muy bien, tratan de mantener los pies en el suelo. Y lo anterior no solo para evitar que la euforia nuble su mente y especialmente la de los jugadores, también para no empezar a pasar facturas a aquellos que hemos puesto en entredicho su capacidad para devolver al Hércules al fútbol profesional. Es cierto que los resultados están ahí y hasta la fecha distan mucho de ser satisfactorios, pero no lo es menos que ni la comisión deportiva ni los entrenadores juegan y, sin ir más lejos, el curso pasado hubo unos cuantos que se vestían de corto que no estuvieron a la altura, no ya de lo que se esperaba de ellos, también del contrato que se les había firmado.

Hoy todos alabamos el juego del equipo ante el Ontinyent, el criterio (en el sentido más amplio de la palabra) con el que se disputó el encuentro desde el primer minuto: la aptitud de la que ya se había hecho gala durante la pretemporada, pero también la actitud. Dos elementos que, cuando se mezclan en la cantidad justa y necesaria, conducen a un caldo digno de la mesa más ilustre que, huelga decirlo, no puede ser otra que aquella en la que se sientan los sufridos herculanos.

Habrá que ver si en Villarreal y  también ante el Espanyol B se mantiene el nivel exhibido el pasado fin de semana y si, por tanto, no asistimos a otro espejismo. De ser así y el Hércules empezar a cimentar en el primer tercio de campeonato el ansiado ascenso (con permiso del 'play-off' y el rival o rivales con los que se cruce en el mismo), lógicamente habrá que reconocerle el mérito a la plantilla y a Lluís Planagumà, pero también a Javier Portillo, quien, tras el enésimo verano de estrecheces económicas, ha conseguido arañar de los bolsillos de Juan Carlos Ramírez y Enrique Ortiz el dinero necesario para que el Hércules cuente por fin con un once más que competitivo y fondo de armario. Ahora bien, aunque la apuesta económica es importante, no lo ha sido menos el buen ojo para fichar: si hace un año se supo ver el potencial de Juanjo Nieto, todo apunta a que este verano se ha reeditado ese acierto con el fichaje de Nani, por poner solo un ejemplo.

Si el estado de felicidad en el que vive instalado hoy el herculano medio se mantiene, mejor que mejor. "Déjelos que canten", como dice Sean Connery en su papel de Marko Ramius, el capitán del Octubre Rojo. Ahora bien, es importante que los que mandan en los despachos y especialmente en el vestuario sepan gestionar la euforia. Tranquilidad, que esto es muy largo y no se ha hecho nada.

Y ya puestos, de cara al partido que tiene el Hércules en Luxemburgo el 14 de septiembre, también tranquilidad. Es muy importante lo que resuelva el Tribunal General, pero su fallo se puede recurrir. Dicho de otro modo: es muy probable que también estén por llegar momentos difíciles en lo institucional, pero lo importante es el resultado que refleje el marcador una vez el árbitro pite el final del partido.

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