LA BODEGA, situada entre villena y cañada, APLICA YA LA FILOSOFÍA BIODINÁMICA 

Vinos ‘lunares’: el método Vinessens para garantizar una viticultura natural

13/06/2021 - 

VILLENA. Tras un tiempo viviendo en Burdeos y trabajando como enólogos, en 2008, Andrés Carull y Marta Ribera volvieron a Villena para continuar su pasión por el vino con un proyecto propio. Sin más preámbulos, ese mismo año, crearon Vinessens, una bodega que, a día de hoy, representa para ambos una forma de entender la vida: “No es una empresa con ánimo de crecer y ganar, sino más bien de disfrutar haciendo lo que hacemos. Nosotros no vamos a trabajar, vamos a la bodega, y esta comprende todo lo que nos hace felices: el medio ambiente, los animales, el buen rollo con la gente…”, declara Carull. Aunque esto, reconoce, empiezan a notarlo ahora: “La verdad es que, después de varios años de andanza, hemos encontrado un equilibrio”.

En realidad, su interés por el vino no ha sido una cuestión generacional. Los abuelos de ella eran viveristas; los de él, tenían cítricos en el sur de Valencia, pero nadie en sus familias se había dedicado antes a la viticultura. A Andrés y Marta, sin embargo, este mundo les fascinó hace tiempo, y quisieron explotarlo: “Teníamos ganas de hacer algo con nuestras variedades de uva autóctonas y vimos que, en esta zona, teníamos una que nos hacía diferentes, la monastrell”, cuenta él al explicar por qué crearon Vinessens. Pero no todo quedó ahí: “Después de 12 años, hemos descubierto otros tesoros que estaban prácticamente extinguidos, los hemos recuperado y los estamos replantando”, revela, y especifica que se refiere a la uva forcallat, el valencí, la tortosina o la rojal, entre otras.

Una elaboración condicionada por la luna

En 2015, Vinessens empezó a practicar la agricultura ecológica con todas sus viñas debidamente certificadas. En 2019, su apuesta por los métodos naturales fue un paso más allá: desde entonces, la bodega implementa la llamada filosofía biodinámica, según la cual el ser humano no es el que controla el comportamiento de la tierra, sino que son las constelaciones, los planetas, los satélites y la luna los elementos que, en palabras de Carull, “ejercen una serie de fuerzas” y, por tanto, condicionan los cultivos. “Los expertos en biodinámica elaboran unos calendarios cada año y, con eso, nosotros sabemos cuándo es el mejor momento para realizar una poda o un embotellado”, amplía el enólogo. No obstante, reconoce que, “en cuanto a elaboraciones, este método es todavía más restrictivo que el ecológico, puesto que limita aún más el uso de aditivos”.

Pese a ello, han conseguido sacar al mercado 10 tipos de vinos naturales que componen la gama Finca Casa Balaguer y que se suman así a los 7 ecológicos de la gama Vinessens. Todos ellos con un precio inferior a 20 euros y, por tanto, aptos para cualquier bolsillo. Así se puede comprobar en su catálogo online, desarrollado a raíz de la pandemia para “llegar a gente que, de otra forma, no hubiera podido comprar los vinos”, aclara el gerente. En este sentido, Carull relata que aunque siempre se han mantenido activos en la red con su Vinessens Wine Academy y la realización de webinarios y catas virtuales, hasta hace un año, no se lanzaron al comercio por internet.

La pandemia, otro fenómeno natural (pero sin predicción)

Lo cierto es que, de toda su producción anual, Vinessens exporta un 90 % de sus vinos, mientras que solo un 10 % son distribuidos en el mercado nacional —y, además, en apenas cuatro grandes ciudades: Alicante, València, Barcelona y Madrid—. “Demoledor”, sentencia el bodeguero, que se lamenta del poco reconocimiento que reciben en general los bienes autóctonos, menor si cabe con el estallido de la pandemia: “Estábamos en un 80-20 % (en términos de exportación y de mercado español) y Alicante estaba creciendo muchísimo; el posicionamiento y la venta eran muy buenos, pero con la crisis, se paró todo”, confiesa. “Ha habido un frenazo a esa expansión en el mercado nacional, sobre todo provincial, que poco a poco nos gustaría ir recuperando”, concluye Carull.

En cualquier caso, el propietario de Vinessens asegura que no se ha repetido el mismo patrón en todo el sector: “El tema de las bodegas es un poco dispar”. Por ello, apunta que, seguramente, aquellas a las que la pandemia les pilló vendiendo un gran porcentaje en España han sufrido más, mientras que las que distribuían a grandes superficies han salido reforzadas, puesto que “la gente ha consumido mucho vino en casa”. Vinessens, en cambio, se ha visto beneficiada por una parte y no tanto por la otra: “Nosotros, que todo lo que vendemos en nacional lo vendemos en restaurantes y tiendas especializadas, sí que hemos notado el impacto en mayor medida que si hubiéramos vendido en supermercados”. En concreto, en 2020, facturaron un 30 % menos que el ejercicio anterior. Esto es, ingresaron unos 700.000 euros. La plantilla, por su parte, ha sufrido dos bajas, pero ha sumado una incorporación, por lo que si antes eran nueve trabajadores, ahora son ocho.

No hay ‘vinocultura’ sin formación

En la bodega de Andrés y Marta, el vino se cultiva en todas sus facetas. Con este pretexto, han desarrollado su peculiar proyecto de “enodiverturismo”, en el que, aliados con otros productores de su estilo —pequeños y artesanales— de aceites, conservas o miel, pretenden poner en valor el caldo alicantino y el resto de productos agroalimentarios con una propuesta “muy experiencial”: “No queremos que la bodega sea un museo; lo que queremos es que el visitante lo viva y lo aprenda, pero desde la experiencia”, detalla el fundador de Vinessens. Por ello, sus propósitos a corto plazo son “potenciar mucho” esta iniciativa y “tener más contacto con la gente”. En lo referente a la elaboración de los vinos, su aspiración también es doble: “Nos gustaría desarrollar todavía más todo el trabajo de biodinámica y seguir creciendo en valor más que en volumen”.

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