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Más de 500 años del Misteri d'Elx

El drama sacrolírico cumple más de cinco siglos, tal y como lo atestigua un testamento en el que se refrenda su  antigüedad,  aunque no ha estado exento de cambios que , sin embargo, no le han llevado a perder su esencia

15/08/2023 - 

ELCHE. El pasado 9 de julio el drama asuncionista cumplió una importante efeméride. La constatación de que tiene más de quinientos años de vida. Y todo gracias al testamento de una integrante de la nobleza local, Isabel Caro, datado el 9 de julio de 1523, y que supone el documento más antiguo que hace referencia al Misteri. No se sabe a ciencia cierta cuándo empezó a representarse, pero gracias a la eclosión de investigaciones sobre el drama sacrolírico en los años ochenta, se convino en que por el valenciano, la escenografía y la música polifónica —las melodías monódicas hunden sus raíces en el medievo—, apunta a la segunda mitad del siglo XV, «y seguramente del último cuarto», señala Hèctor Càmara, miembro del Patronato y presidente de la Comisión de Representaciones. «Es un momento en el que, además, hay una vida cultural muy fuerte en el Reino de València», su ‘siglo de oro’, y ya había un misteri asuncionista en València, que pudo tener su influencia también, aunque no sería un antecedente directo.

El testamento fue hallado en 1987 por la documentalista Anna Álvarez y por Joan Castaño, historiador y archivero de Santa María. Según el documento, Caro tenía una imagen de la Virgen en su casa y, el día de la Vespra, los curas de la población —quienes representaron exclusivamente la obra hasta el siglo XIX— se la llevan para la representación. «Habla de la tarde del 14 al 15 de agosto, para una fiesta de una gran solemnidad», señala Càmara, «por lo que no habla de una misa u otro oficio, sino de algo más».

Además, con esa imagen se crea un beaterio para mujeres que no llegaban a ser monjas, pero que tenían cierta fe, en la ermita de Sant Sebastià, donde llegó a estar la capilla de la patrona hasta 1648, «y sabemos que la cofradía —entendidas no como las de hoy, sino como un conjunto de devotos a una advocación— de nuestra señora de la Asunción también está radicada en la ermita». Se trataría de una primera referencia a la representación. Y, por el tono, es algo que se hace desde hace tiempo; algo anual. «Y por eso es importante y más en la actualidad, porque es, además, el primer documento que se conoce en el que se ve un papel tan importante de una mujer, que es la mecenas que permite el Misteri porque posee la imagen». Eso sí, no es un documento municipal, para ello habrá que esperar al 1530, un documento en el que un tal Lluís Perpinyà, precisamente en nombre de la Cofradía de Nuestra señora de la Asunción (una entidad de devotos y que a la postre acabará siendo la del pueblo) que pide al Concejo —el Ayuntamiento— presupuesto para dorar una cadira, «que debería ser para el Araceli. No dice para qué, pero  se tiene claro que ya habla de una representación».

No se sabe mucho más sobre Isabel Caro, sí que procede de una familia nobiliaria, «que tiene propiedades, que su parroquia es Santa María, por lo que viviría cerca, donde estaban las casas nobiliarias». En cualquier caso, es un documento relativamente más tapado, en comparación con otros que han tenido históricamente más importancia, como el acta del Concejo Municipal de 1609, cuando el Ayuntamiento decide hacerse cargo del Misteri porque la cofradía no tiene más fondos; o el consueta de 1625, el primero sobre las representaciones, o la propia bula papal de 1632 de Urbano VIII que autoriza a la celebración de la Festa en el interior de la basílica, cuando el concilio de Trento (1545-1563) prohibió las escenificaciones en el interior de los templos cristianos.

500 años de evolución

Durante todo este tiempo, el Misteri se ha mantenido en su esencia, aunque con cambios que han llegado por diferentes circunstancias históricas. Con el tiempo llegaron en la parte escenográfica. Seguía siendo medieval en las vestimentas, pero una pequeña ‘revolución’ fue el colocar el cielo en la actual cúpula de Santa María —que cumplió 350 años el 2 de julio—, ya que antes se representaba en el templo previo, en la nave, hasta que se lleva a la cúpula en 1760. «Es un cambio de los importantes, se adaptó el sistema y la representación ganó en espectacularidad».

Aunque, sin duda, si hubo un cambio posterior y más relevante ese fue el de la desamortización de Mendizábal, cuando se deja de pagar —Iglesia y Ayuntamiento— a la capella profesional que hasta entonces cantaba en las representaciones —por eso aún hoy se conservan las gratificaciones a los cantores—. A raíz de las sucesivas desamortizaciones, las capillas de menor rango van desapareciendo y la de Elche lo hace en 1836. En opinión de Càmara, el Misteri «podría haber desaparecido, pero no ocurrió porque fue la población, que ya tenía el Misteri como su símbolo identitario, quien se encargó de su salvaguarda».

Fueron las corales de la población quienes, por falta de fondos, es decir, cantantes amateur, pasaron a ser los actores y cantores de la representación. Los protagonistas dejan por tanto de ser profesionales y religiosos, que sí se mantendrán en tres papeles de carácter más sagrado: san Pedro, el Ángel mayor del Araceli y el Padre Eterno en la coronación. «Es un cambio radicalísimo», señala Càmara. «Pasan de ser profesionales a no ser profesionales, y se había mantenido entonces gracias también a la protección municipal o papal». Pero llega este momento en el que el pueblo lo hace suyo. «A pesar de ello, entró en decadencia durante varias décadas porque el Ayuntamiento no lo financia adecuadamente tras la desamortización».

Precisamente, por esa decadencia y la falta de financiación, se eliminan instrumentos ministriles que ya constaban en el siglo XVIII y, a principios del siglo XX le llega el turno al bombardino, quedando tan solo hasta nuestros días el órgano, la guitarra y el arpa. La eliminación del bombardino viene de la mano del compositor alicantino Óscar Esplá, que llegó al Misteri en 1924 para que la Festa recuperara su esplendor. Y que fue quien promovió el Patronato y la declaración de Monumento Nacional por la República. Como apunta el músico e investigador Rubén Pacheco, «se quita en aras de una depuración histórica que, sin embargo, se hace con lo que se sabía entonces. Hoy sabemos que la música renacentista del Misteri, la música polifónica del siglo XVI, se hacía con el bajón —parecido al fagot—, y el bombardino es el heredero del bajón». Acompañaba a apóstoles y judíos.

El Misteri se ha mantenido en su esencia, pero con cambios por circunstancias históricas.  FOTO: Rafa Molina.

Este fue uno de los primeros cambios de Esplá, siempre sujeto a debate por los estudiosos. Pacheco recuerda que «Esplá hace todos los cambios a lo largo de prácticamente cincuenta años. Se hace la reforma de la Festa en 1924 y hasta que fallece en 1976, con el paréntesis de la Guerra Civil y el exilio, está encima controlando». En su opinión, no tenía una idea clara de lo que quería hacer, sino que la va conformando a lo largo de ese medio siglo. Modificó de forma sustancial la letra de la María: antes solo se cantaban los dos primeros versos de cada copla —Ai, trista vida corporal! Oh, món cruel, tan desigual!— y según los consuetas, para cantar los dos siguientes, hay que volver al principio y repetir, pero lo que hizo fue comprimir esos cuatro versos en la melodía que existe. «Quería que se cantara la letra íntegra, porque lo entendía como un espectáculo musical al uso, como una ópera». También introdujo el canto del Gloria Patri por el apostolado, «hasta los años sesenta, era un canto desconocido en Elche», esgrime, y «puso a cantar al cortejo» —la letra aparece en el consueta de 1625 y Esplá hizo un arreglo con la melodía de 1709—.

Otro cambio relevante es el de los  preludios de órgano. «En teoría únicamente  son indicadores tonales, pero en la práctica se han convertido en un hilo conductor de la obra», explica Pacheco, quien añade que hay musicólogos que opinan que se deberían haber hecho unos preludios imitando el estilo renacentista o barroco, sin embargo, «desde mi punto de vista, los preludios de Esplá son el añadido del siglo XX al Misteri, como las obras polifónicas son el añadido del XV». En los consuetas el órgano solo aparece para resaltar momentos especiales —cuando sale el Ángel, por ejemplo—. Parece que desde finales del XIX y principios del XX a veces se tocaba un preludio barroco o se improvisaba uno que acabara con la misma nota con la que empezaba el cantor para darle el tono. A partir de 1961 únicamente se toca lo que compuso Esplá para cada sección. Una estética moderna que contrasta con el estilo renacentista del Misteri.

Apunta Pacheco que Esplá «le da un impulso al Misteri, que hace que sea lo que hoy es, pero debería haberse asesorado por Salvador Román, Pascual Tormo o José Pomares Perlasia, que hubieran dado otro toque. Él era un compositor, un hombre de carácter». Para acabar, también recuerda, ya fuera del compositor alicantino, que sobre el canto de la María, hasta hace pocos años, «era mucho más reposado». La María cortaba las palabras, era producto de posiblemente una tradición oral, que cantaba como se cantaba antes de Esplá. Ahora se ha tomado el criterio de no cortar las palabras».

En definitiva, una historia repleta de cambios, la del Misteri, con otros constantes, y más recientes, que van desde la entrada de las niñas a la Escolanía a primeros de los noventa con Manuel Ramos —ahora vuelve a no permitirse—, pasando por las campañas de micromecenazgo de la Festa o el fichaje de dos empresas industriales que donan material o compras para el Misteri, «lo que es interesantísimo porque genera una vinculación mayor», observa Càmara.

La basílica de Santa María lleva años precisando una profunda rehabilitación. FOTO: Pepe Olivares.

Hacia la rehabilitación del templo del Misteri

Asimismo, el hito más importante de las décadas recientes fue su declaración como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad desde 2001. Sin embargo, el escenario en el que se representa, la basílica de Santa María, lleva años precisando una profunda rehabilitación. Las fachadas cubiertas por redes para prevenir desprendimientos son una escena habitual desde hace mucho tiempo y, sin ir más lejos, el pasado año se colocaron nuevas, así como testigos para controlar posibles nuevas fisuras. Ante tantos desprendimientos, algunos incluso relacionados con las mascletaes que tenían lugar en Traspalacio, las administraciones públicas, en colaboración con el Obispado, han empezado a reaccionar.

En primer lugar, la Diputación financió con sesenta mil euros el Plan Director de Santa María, con el que se han caracterizado las obras necesarias a acometer en la basílica, así como las prioritarias: actuar en las fachadas y cubiertas con unas actuaciones totales de 6,8 millones de euros para los próximos diez años, con el compromiso de buscar financiación de distintas administraciones, así como con las aportaciones de empresas que quieran, que ya aportaron en anteriores ocasiones. La primera fase de la restauración, centrada en esas fachadas y cubiertas, se calculó en un coste de algo más de dos millones de euros. El ejecutivo anterior de PSOE y Compromís consignó, para el presupuesto de 2023, noventa mil euros para la redacción de esa primera parte, que ahora PP y Vox han formalizado en un convenio con la basílica para que contrate a los redactores. El objetivo de estos primeros pasos es reparar los elementos estructurales del templo para evitar los mencionados desprendimientos.

En octubre de 2022 fue la última vez en la que se tuvo que actuar de urgencia sobre la basílica porque el remate de uno de los contrafuertes había caído en la calle La Fira. Así, en el resto de contrafuertes se instalaron grandes redes. Una medida revisada por el aparejador Francisco Rodríguez Trives, quien junto a su excompañero de despacho Antonio Serrano Bru —ya jubilado, pero arquitecto protector de la basílica— han atendido todos estos años de forma esporádica los problemas del inmueble. Además, con el Plan Director aprobado a priori ya se podría solicitar la figura propia de Bien de Interés Cultural (BIC) para la basílica, que facilita la financiación de administraciones como la autonómica o la estatal.

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